miércoles, noviembre 25, 2009

Forman mi segundo libro hermano

Despierta

Camino temprano
y encuentro
el bar buscado con mesas sonrientes y pido
dos o tres tostadas vacías

“Como cuando se consigue un sueño
y uno queda vacío”

sin tela
sin ritmo

todo pensamiento genera un
golpe de risa

puro azar y me encuentro
una estrella de filo
me busca,
me río de la excepción de Stephan.

no es constelación
no es cálculo
puro juego escrito

sonrisas
en el día bendito
de mi tercer clase
siete en punto –digo

¿Osaré decir que hay más miel en mi ventana?

Antes de responder
me callo y recuerdo cuando
untábamos la miel, en esas tostadas felices.

Casera

la niña con los pies que surfean almohadones
con la voz salida de mi estómago
con uñas de gato

la niña con sucola desalineada
color de aire
de cielo marino

la niña azul y verde
sombreada de arena
su pie marrón


vecina de la flor plateada
huésped de mi demora
niña espejo
niña mirada
mayúscula en su niña.


Noviembre

No podría enumerar mis lecturas ni mis libros de poesía
ni la forma distraída y detenida de buscarlos

porque salvo algunos pocos poetas,
siempre me detuve en leer y releer a los poemas y a los poetas y a los libros que haban sobre escribir poesía incontables veces.

mi historia estuvo contada de otra manera
ni es lineal
ni es cronológica
ni es la misma
porque soy otra

el saber que la escritura es mi decir

me hizo otra

el poder separar una letra de la otra
y volverla isla

me hizo otra

otra distinta a mi nacer

y más veraz con
mi voz.

jueves, noviembre 19, 2009

mi despedida al abuelo


El lunes 16 de noviembre murió mi abuelo con 94 años cumplidos, en su casa de Chascomús que está enfrente a la plaza más linda del pueblo.

Escuché en su velorio que murió tranquilo durmiendo y que lo último que pidió es algo relacionado con los gatos, que había tres en su casa. Mi tía Masita se los llevaba y él puteaba al principio pero después, terminaba encariñándose con todos y entonces les cocinada carne y los acariciaba y ellos se pasaban todas las tardes con él, en la sastrería, buscando sus manos y sus mimos.

Mi abuelo nació el 4 de mayo de 1915 y ellos eran once hermanos, todos hijos de inmigrantes y de los mismos padres.

Pude despedirlo en varias oportunidades y esta vez, viaje con mi hermano, su novia Pipi y mi viejo. Fuimos charlando en la ruta y recordándolo. Cada uno se acordaba de algo gracioso y al mismo tiempo, algo doloroso de sus últimos años.

Tengo guardados dos diarios del pueblo y en donde mi abuelo salió homenajeado en sus respectivas tapas: Uno es el CRONISTA de allá, de febrero de dos mil uno, y dice en negritas y con mayúsculas DON PEDRO CANGGIANELLI, 85 AÑOS, de profesión sastre y la otra, del IMPARCIAL del nueve de abril del dos mil tres que dice, sólo en negritas Don Pedro Canggianelli: Integridad de “buena hechura” (las comillas no son mías) y felicidad a medida.

En la última, citan a mi abuelo contando sobre su vida, sus tres hijos, sus nietos y sus comienzos en el oficio y, con recuerdos de 70 años atrás como el de, los 17 sastres que habían en el año 1955 y que ya no están físicamente salvo él, que aclaraba, que su especialidad eran los trajes, sobretodos y pantalones todos hechos a medida y que, el factor fundamental que consideraba para ser buenos en eso era, el corte.

El asunto pasa por cortar bien la prenda. No se puede cortar mal, se arruinaría la prenda, y sería lamentable eso, porque significaría la pérdida de la prenda.

En una parte de la nota, le preguntan por su mejor traje y responde que obviamente es el traje de casamiento de su hijo, mi viejo, que sólo se casó por civil y se recibió de ingeniero y casi no guarda ni una foto de esos eventos de traje. Charlando ayer con mi viejo también me contó de un traje hecho por el abuelo, de tela de abrigo y cruzado, para que sea más abrigado, que le llevó de sorpresa cuando vino a buenos aires a despedirlo antes de irse Paris a estudiar y vivir unos meses con nosotras a Francia.

En otra, le piden una reflexión final en la nota y dice muy convencido: “en la vida tenemos que ser solidarios. Lo importante no es amasar fortuna. En mi caso viví para la familia. Tuve la suerte que con mi trabajo, le di estudios a mis hijos”(...)

Me deja eso y también la forma en que cuidaba a mi abuela Juana y nos miraba a nosotros y a todos los niños en general. Disfrutó bastante de sus seis bisnietas mujeres pero se quedó con ganas de ver un varoncito bisnieto con su apellido y de la proyección que él veía en eso.

Fue uno de los tres fundadores de los Bomberos Voluntarios del pueblo y un abuelo cariñoso y genial. Una vez en la Laguna, me pidió que me corriera para un costado (que le despeje la vista) así podía ver caminar de espaldas a mi hermano, que se iba a comprar mediaslunas para merendar en el parque.

Puteaba en forma increíble y tenía siempre algo irónico para responderme de las boludeces que yo le preguntaba cuando empezábamos a charlar.

Su cuarto quedó rodeado de fotos enmarcadas, de su casamiento, de sus hijos y de sus nietos. La mía de niña no estaba. Alguien la había quitado y también en su lugar alguien había puesto un cuadro bastante alegre y pintado justo por mi vieja, muy decorativo y de los primeros de ella, pero no estaba la foto mía por ningún lado.
Quería llevármela, pero no pude.

Me quedó con otra cosa, muy secreta pero de lo más especial y recordable.

Violeta Canggianelli

La foto es del año 1981 o comienzos del 82, en el cumple de quince de mi prima Laura y mi abuelo está sentado conmigo comiendo.

http://youtu.be/j4tmVYhXmWc